El Domingo de Ramos abre
solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de
la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la
Pasión del Señor.
Vamos con el pensamiento a
Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de
Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como
Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo
las profecías.
San Lucas no habla de olivos ni
palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se
recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en
nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario